lunes, 13 de junio de 2011

La última ocasión...

Escuche que sonaba, reaccione tan pronto como pude y leí tu nombre, esta vez era más tarde que cualquier otra noche

-¿Qué paso?- conteste

-¡Hola morrito!, ¿Te desperté?

- No te preocupes, ya casi sonaba la alarma – dije

-¿A si? ¿Y eso porque te ibas a levantar tan temprano?

-Es que voy a ir al gimnasio - respondí

-Bueno, entonces vine por ti para llevarte al gimnasio

-¿Estas afuera? – pregunté

-Si

-Espérame, deja salgo.

Apenas abría la puerta del auto y ya sabía que habías tomado y que venias del club 757; me senté y te me lanzaste a besos, te aparte y no porque no me gustaran tus labios sino porque en cuanto abrí los ojos note que estábamos en un auto y afuera de mi casa, apenas darían las 5:40 am y ya había vecinos circulando, combis y microbuses y no es muy visto ver a dos chicos tragándose a besos en un auto; eso conteste.

Tomaste el volante y encendiste el auto, diste vuelta y te seguiste de frente.

-¿A dónde vamos?

-A mi casa, este es el camino a mi casa ¿o no? –contestaste con un tono muy grosero; ¿o que no quieres ir?

-¡No! – fue mi respuesta

-¿A no?, yo puedo hacer que digas que sí; y lo dijo con tal seguridad que no se equivocaría.

-No tengo mucho tiempo, tengo que pasar por Eli para ir al gimnasio – justificaba.

-¿A qué hora?

-A las 6:30 am y ya casi son las 6:00

-Quítese señora, no ve que solo tenemos casi media hora – comento ante una persona que cruzaba la calle en esos momentos.

Al entrar a tu cuarto, no perdiste el tiempo y recuperaste lo que habías dejado pendiente frente a mi casa. Comenzaste a desnudarme como siempre lo hiciste; poco a poco, y con tal delicadeza que merecía cada prenda que me quitabas.

Nuevamente prendiste lo que habías apago ya por más de 3 meses; nunca olvide la forma de tus besos y sobre todo de tus caricias; era aparte de extrovertido, algo sutil el momento. Siempre fuiste tú para todos los momentos.

Llego la hora de la alarma, y el tono era alusivo a algo que ya no era, si no mal recuerdo la melodía decía: “No me digas nada, lo sabía, que nuestro romance acabaría…” yo solté una risa de bastante burla; me daba muchísima risa la situación, tu solo manifestaste un sarcasmo con el rostro y seguiste en lo tuyo.

Todo llega a su fin, y tú terminaste; solo te recostaste junto a mí y seguramente el cansancio, el baile y alguna otra cosa más, hicieron que cayeras en sueño totalmente, y profundo. No me cayó de extraño, anteriormente nos pasábamos rato platicando y de repente no contestabas, consolidabas por completo tu sueño, lo único sino raro, extraño, fue que nunca tuvimos conversación.

Tome el celular y note que casi daban las 7:00 am, me levante de la cama, di un par de vueltas y me dio curiosidad registrar tu “cajita de los sueños”, pero ya no existía, encontré solo mas cajitas, pero muy pequeñas a lo que era en realidad; encontré también cajas de medicina, pero lo que llamo más mi atención fue una cajita de regalo muy pequeña, habría querido no encontrarme con esa cajita. En ella contenía una especie de hierbas, yo, en mi incredibilidad, quise pensar que era algún remedio empírico que solucionaba la situación de tus rodillas, pero no, al lado encontré el artefacto con que se consume aquella droga. Me detuve a pensar un momento en cómo habrá sido tu vida pasada, me habías contado todas o algunas aventuras, pero jamás mencionaste este tipo de actividades.

Desorbitado con la situación, me levante, mire tu cuerpo desnudo sobre la cama, era extraño, reposabas como si hubieras muerto; con los brazos abiertos y muy a la intemperie. No quería despertarte, pero tampoco quería dejarte así, con el cuerpo desnudo y que no te tapara nada, busque algo conveniente y lo único que encontré fue una toalla, la puse sobre tu cuerpo y salí de tu cuarto con la más grande decepción que pudiera haber recibido alguna vez.